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Violencia sin poesía, cine de la sencillez
(VIDEO ) Paraíso, cinta nacional que estuvo en el Festival de Venecia, es un respetable debut de cine.
La película empieza con un árbol en medio del arenal del asentamiento humano Jardines del Paraíso. ¿Referencia irónica a la condición de pobreza en que viven los habitantes de la zona o insistencia en la esperanza pese a lo agobiante del entorno?
En Paraíso, ni Joaquín (Joaquín Ventura) ni sus amigos la pasan bien. O es el desempleo el que los tiene vagando por los cerros y robando o es el desamor o los problemas familiares –acentuados por la indigencia– lo que los asfixia hasta el tedio y el esplín.
La imagen es poco prolija, sin la belleza plástica de la fotografía de postal, aunque lacónica para mostrar ese cosmos en donde –una vez más– se vuelve al tema de los desplazados por el conflicto interno –varios pobladores de Paraíso son migrantes ayacuchanos–, pero sin el peligroso mecanismo de la visión poética y alejándose todo lo posible del melodrama.
Porque el director Héctor Gálvez, debutante en el largo de ficción, prefiere la imagen despojada de cualquier ornamento.
HONESTIDAD. Gálvez sortea la tentación de la caricatura y la vulgaridad al retratar a sus personajes con una mirada detenida que, sin impostaciones y libre de juicios morales –el tema de la violencia es recurrente, aunque cabe subrayar que nunca es mostrada directamente, sino mediante el recurso del fuera de campo–, consigue rozar el lirismo a través de la sencillez en escenas como estas: Joaquín en el trapecio del circo, el grupo de amigos en la cumbre del cerro o las ofrendas dejadas en la modesta tumba del amigo muerto en una guerra de pandillas.
Hay una tendencia al deleite en ciertos momentos accesorios, en pequeñas secuencias que quizá pudieron haber quedado fuera del montaje de un filme para nada hermético, pero sí arriesgado al alejarse de los cánones de la narración y forma cinematográficas.
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